martes, 21 de noviembre de 2017

¿EXISTEN DE VERDAD DERECHOS PARA LOS NIÑOS?

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Ayer conmemorábamos el Día Internacional de los Derechos de los Niños, definición de una celebración con una carga de emotividad por sí misma que casi emociona. Sin embargo, sin menospreciar los trabajos, todos importantes, convocados y desarrollados en la jornada de ayer por las diferentes Administraciones, organizaciones y organismos implicados en el mundo infantil, la realidad de los menores en el mundo es realmente penosa y debía avergonzarnos a todos. Desde los que malviven esclavizados desempeñando trabajos penosos y peligrosos hasta los que son utilizados por proxenetas y organizaciones mafiosas ligadas a la explotación sexual. Entre nosotros no es el caso, evidentemente, pero tampoco echemos las campanas al vuelo porque si hurgamos un poco vemos que no faltan los que padecen malos tratos, abusos sexuales, vejaciones y son obligados a trabajar siendo menores. Con todo, lo que queremos destacar son los otros peligros reales en los que se desenvuelven algunos niños y niñas a nuestro alrededor; no de Indonesia, Bolivia o Nigeria. De aquí, porque en lo que va de año nada menos que ocho menores han sido asesinados por sus padres o compañeros sentimentales de sus madres. Y todo porque los han utilizado para dañar a su progenitora, para hacerles todo el daño posible, cuando son conscientes de que son sus seres más queridos. Así, asesinándoles, estos cobardes asesinos infligen un dolorosísimo castigo a quien es su enemiga y entienden que de esta forma tan dramática consiguen su objetivo. Ocho menores de diferentes edades han perdido la vida de forma dramática, pero debemos añadirle a esta situación límite el hecho de que sean muchos más los que están en peligro. Concretamente una gran mayoría de niños y jóvenes que formaban parte de un matrimonio y que, luego de una separación dolorosa y crítica, pasan a ser objetivo de estos desalmados sin escrúpulos y sin entrañas.


Así están las cosas. Mientras que los menores son utilizados por unos y otros como arma de mercadeo en las rotas relaciones sentimentales, las Administraciones siguen esperando que se imponga la cordura y el sentido común en estas situaciones para así evitar intervenir. Menos mal, eso si, que por fin el Gobierno ha reconocido a los niños y niñas en esta crítica situación como víctimas del terrorismo doméstico y al menos serán atendidos en sus necesidades más perentorias; entre ellas, una aportación económica que les aliviará el terrible vacío vital en el que han quedado. Por ahora, y ojalá se detuviera esta insufrible masacre, más de cincuenta mujeres han sido asesinadas en lo que va de año. Si echamos la vista atrás vemos que en 2007 fueron 71; en 2008, 84; en el 2009, 68; en 2010, 85; en 2011, 67; en 2012, 57; en 2013, 57; en 2014, 59, y, en 2015, fueron 53 las mujeres asesinadas. Es decir, 665 mujeres asesinadas a lo largo de este período, exactamente diez años. Dicho así suena como una suma más, pero no lo es de ninguna de las maneras. Al contrario, porque esta cifra de muertes violentas arrastra tras de sí a cientos de menores que de la noche a la mañana quedan huérfanos de padre y madre; de padre porque ha sido el asesino de su madre y jamás tendrá su perdón; de madre por razones obvias. Qué actuaciones e  intervenciones ha ejecutado el Gobierno, escasas por no decir nulas. De hecho, de no ser porque a estos menores que han sufrido una guerra de pareja que nunca entendieron y que les ha marcado para toda la vida, les acogieron sus familiares, especialmente los abuelos maternos, que les aliviaron y que les han puesto en circulación de nuevo aunque no sin secuelas de las que les será difícil defenderse. Por todo esto y por lo que nos dejamos para otra ocasión, más que celebrar el día internacional de los derechos del niño debíamos plantearnos qué tipo de políticas deben implantarse para evitar las consecuencias de tanta locura y odio que vive entre nosotros.