Mucho tienen que cambiar las cosas, mucho trabajo por
desarrollar para obtener rendimiento y éxito en la apuesta que ha firmado el
Ayuntamiento y que no tiene otro objetivo que conseguir que los ciudadanos
aceptemos de buena gana que se pierden demasiados esfuerzos y no menos dinero
público en poner orden en donde tanto descontrol ha conseguido consolidarse con
el paso del tiempo. Desde la limpieza viaria hasta conseguir concienciar a los
dueños de las mascotas que pasean por nuestras calles que lo que éstas generen
en su paseo deben retirarlo sí o sí. Por supuesto, cuidar y usar el mobiliario
urbano con algo de cariño y evitar su deterioro cuando no su eliminación. Por
el momento, y a las pruebas nos remitimos, la cosa no mejora, no sabemos si
porque aún no ha calado entre nosotros la campaña iniciada o sencillamente
porque no estamos dispuestos a recuperar el sentido común y comportarnos como
exigen las mínimas convicciones de la educación cívica. Y qué podemos decir
sobre la concepción que tienen algunos sobre dónde dejar caer lo que les sobra,
como es el caso del mobiliario inservible o los restos de la obra que hicimos
clandestinamente en la cocina o el salón de nuestra vivienda. Sencillo: nos
importa un pito el daño que podemos hacer al aspecto de la ciudad o al
medioambiente. Lo nuestro es abandonarlo en donde mejor nos venga, o sea, que
en el caso del mobiliario, incluidos colchones y cristales, junto a un
contenedor que no nos delate por proximidad; en cuanto a los escombros o restos
de obra, generalmente en el campo, que para eso es grande y no suele quejarse.
Así, de buena mañana o al caer la tarde, suelen abandonarse cantidades
importantes de elementos perjudiciales para el lugar en el que se encuentran,
puesto que en la mayoría de los casos dañan el entorno e incluso las
plantaciones de alrededor.
En general, el rechazo o despropósito que generalmente
compartimos en lo que respecta a la actitud que necesita nuestra ciudad para
mantener las cotas alcanzadas hasta ahora, es muy importante. Lo vemos a diario
a las puertas de los colegios atiborradas de coches esperando la salida de los
alumnos en una ciudad que no tiene distancias, en los contenedores rebosando de
bolsas de basura a las doce de la mañana, con miles de papeles inundando la
ciudad porque no usamos las papeleras instaladas en toda la ciudad, con la
perplejidad que representa ver cómo un perro defeca en medio de una vía pública
sin que el propietario responda como exigen los mínimos conocimientos de
educación, con la falta de respeto que mostramos cuando cruzamos calles y
avenidas como peatones… Menos mal que para cualquier situación extrema existe
la esperanza y que es lo último que debemos perder. De hecho, la campaña que
patrocinan y controlan las Áreas de Servicio y Medio Ambiente de nuestro
Ayuntamiento han sido diseñadas y actualmente desarrolladas desde el
convencimiento de que es posible recuperar el sentido común y conseguir una
ciudad más habitable, más silenciosa y más compartida por propios y extraños.
Para conseguirlo es fundamental, además de todo lo que hasta ahora les hemos
relatado, entrar en detalles como la exigencia de que los establecimientos que
cuentan con terrazas en la calle controlen el espacio que tienen cedido y
limpien regularmente su entorno; que seamos serios y responsables cuando
recorramos la ciudad con nuestros vehículos; que cuidemos con mimo los derechos
de los demás, que son justo el límite de los nuestros. Ya lo hemos dicho, queda
mucho camino por delante y nadie debe quedar fuera de este reto, que lo
entendemos ilusionante y en el que nadie sobra.