Aunque los
casos de timos con billetes tintados no dejan de ser noticia, es ahora cuando
parece que rebrota de sus propias cenizas y está haciendo su particular agosto.
De hecho, los cuerpos de Seguridad del Estado nos advierten de que se están
detectando muchos casos en los que este tipo de engaño con billetes son
protagonistas y que están causando verdaderos estragos entre las personas que
caen en el error de creer lo que les aseguran los delincuentes. En realidad, la
historia es bien conocida y consiste básicamente en que cualquier día es bueno
para que se presenten ante nosotros un tipo que asegura que puede fabricar
billetes de 50 euros gracias a unos productos químicos que aplica a unas
cartulinas blancas hasta que se convierten en billetes de curso legal.
Dependerá de nosotros el creernos o no semejante disparate, pero que sepan
ustedes que a estos desalmados no les faltan clientes que caen en la trampa y
pasan de ser estafadores a estafados en unos minutos, porque recordemos que lo
que en realidad hace el cliente es aprovecharse de la oferta. Los autores de
estos delitos suelen ser individuos que forman parte de bandas africanas
perfectamente organizadas. Su manera de operar es la de presentarse ante el
posible cliente como empresario guineano, por ejemplo, y hacer creer a quienes
lo escuchan que su deseo es adquirir maquinaria especial para la construcción
de hoteles en su país de origen o cualquier otro tipo de artículos. Por
supuesto, presumen de poseer mucho dinero que previamente, dicen, lo habían escamoteado a su paso por la aduana
de su país tintándolos, o sea, en cartulinas que posteriormente transformarían
en dinero legal y así evitar inspecciones. Ante esta afirmación y la convicción
que aportan a su conversación, caer en la trampa no parece que sea muy difícil.
A cambio piden a la víctima del engaño dinero para comprar los productos, que
aseguran que son carísimos, y conseguir eliminar el tintado de los billetes que
aseguran tener, y a partir de ahí realizar la compra. Bien, pues después de todo lo que les estamos contando, sepan ustedes que no faltan
personas que caen en la trampa, que se arriesgan a un juego que acabará
costándole un buen pellizco y del que no recuperarán nada, además de quedar
como verdaderos idiotas.
En general, en España los timos más conocidos son el tocomocho, el nazareno,
el billete de lotería premiado y el que les acabamos de presentar, que también
lleva años entre nosotros y que ha conseguido engañar a cientos de personas. Lo
que ocurre en este caso concreto es que pocos entiende cómo es posible que el
representante de una pequeña o mediana empresa, suponemos que acostumbrado a
hacer negocios, siendo consciente de que este tipo de ofrecimientos y por venir
de quienes viene, no es creíble se mire por donde se mire, solo la avaricia y
las ganas de hacer dinero fácil hacen posible que acabe cayendo en su propia
trampa. No obstante, lo mismo podíamos decir del resto de engaños dolosos
conocidos, porque desde el de la estampita hasta el nazareno, todos rascan en
la avaricia de los timados, es decir, en el primero de lo que se trata es de
engañar al que se hace pasar por tonto que aparece en escena con un sobre
repleto, aparentemente, de billetes de cincuenta euros; en el segundo, mucho
más elaborado, el empresario que ha sido elegido para el engaño entrega su
confianza un cliente que le ha demostrado en varias ocasiones que paga
religiosamente todo lo que le compra,
hasta que llega el momento en el que hace un gran pedido y lo deja colgado.
Éste suele aparecer mayoritariamente en el mercado de los jamones, sobre todo
porque son muy fáciles de vender en el mercado negro. En fin, señoras y
señores, que no está de más aprenderse de memoria estas técnicas y, de entrada,
no creer al interlocutor que llega ofreciendo dinero a cambio de nada.
Sencillamente, porque no es posible y punto.