lunes, 6 de noviembre de 2017

DINERO PARA LA A-311, PERO SIN PRISAS

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Veamos. Al César lo que es suyo, y en este caso el honor y la gloria les corresponde íntegramente a los alcaldes que tienen intereses en la A-311  que, reunidos, decidieron reclamar con lo que a su vez hacían los vecinos, es decir, el arreglo de esta vía de comunicación, infectada de trampas, de oscuros sentimientos y sin corazón ni arrepentimiento. Aunque la respuesta ha tardado, la realidad es que desde la Consejería de Fomento que gestiona el paisano Felipe López se ha decidido disponer de un millón de euros para paliar en lo posible su recorrido, aunque en realidad debemos de matizar, ya que la intervención está delimitada y será desde el cruce de Lahiguera hasta Andújar. De las palabras del consejero se desprende que en estos momentos los técnicos a su cargo trabajan en el proyecto que necesita la tal intervención. Se nos dijo a los medios de comunicación que el resultado se conocerá a primeros del próximo año o a finales, porque no estaban del todo convencidos de las fechas. Luego, añádanle cuatro meses más para su salida a licitación y, a partir de ahí, otros tantos para el inicio de las obras. O sea, que lo más probable es que la obra terminada la disfrutemos en 2020, que no sabemos si es mucho o poco, pero desde luego que muy alejada la fecha de lo que esperan quienes la recorren regularmente. Y ahora viene lo peor o más preocupante, porque por estas tierras se conoce muy bien el asunto de las subcontratas, que para eso circulamos a diario por carreteras con más socavones y ondulaciones del mundo mundial.

Queremos decir con este detalle añadido, que por nada del mundo se permita la subcontratación al menos como se viene haciendo habitualmente, es decir, que acudan a la licitación empresas que ni siquiera cuentan con alguna maquinaria de obras públicas que mostrar en público y sí técnicos frente a ordenadores que se encargan de concurrir a estas subastas que poseen una alta especialización en este tipo de concursos y que su verdadera intención es quedarse con un buen bocado del presupuesto y entregar la obra a una empresa menor incapaz de realizar el trabajo encomendado asumiendo la carta de calidades que los técnicos que han desarrollado el proyecto les exigen. Ejemplos de sobra nos rodean, porque recordemos las que tenemos más a mano, como es la propia A-311, o la de Andújar Arjona, o la de Arjona a Porcuna, o la de esta última ciudad a Valenzuela, en la provincia de Córdoba, verdaderos ejemplos de cómo no se deben realizar obras de este tipo que contaron en su día con un presupuesto ajustado y suficiente y que acabaron siendo ejecutadas por empresas a las que les llegó la mitad de la mitad de éste. Que luego se caigan a pedazos, que no pase un mes y ya presenten sus primeras debilidades, desde la pintura a la calidad del asfaltado, es lo normal, lo que esperamos, a lo que nos han acostumbrado. Y, lo que es peor, porque todo este desastre se produce a cara de perro, delante de los técnicos y políticos que debían vigilar el desarrollo y la finalización de la obra. Es más, ¿cómo es posible que se no se les exija a las constructoras el arreglo del desastre? ¿Cómo es posible que, comprobado el resultado de sus anteriores trabajos, se les permita volver a licitar? Con estas dudas por delante, deducir que es cierta la existencia de una mafia perfectamente organizada que entra y sale de las oficinas de las administraciones como Pedro por su casa, ¿alguien lo creería excesivo?

Nos alegramos del resultado del trabajo de los alcaldes implicados, especialmente el nuestro, que sabemos de su insistencia y trabajo para conseguir la reunión y el resultado de  esta. Lo que ocurre que han sido tantas las bofetadas que nos han endilgado, que ya saben, de los escarmentados salen los avisados.