martes, 28 de noviembre de 2017

EL PAPEL DE LOS CUIDADORES

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El pasado 5 de noviembre se celebraba el Día del Cuidador, quizá la persona más discreta de todas las implicadas en el control y vigilancia de los enfermos en general y muy especial de aquellos que, por las particularidades de sus enfermedades, necesitan de su ayuda para desenvolverse en su vida cotidiana. Este año la celebración nos llegó con un nombre muy sugestivo y no menos real, “Por ti, por ellos”, que por fin visibiliza a quienes, repetimos, huyen intencionadamente del innegable protagonismo que tienen en la recuperación y seguimiento de determinadas terapias. Reconocer su trabajo, su entrega y su abnegada dedicación, y no menos la importancia del cariño que ponen en todo lo que hacen, pone en valor una esencial entrega en el ámbito familiar y social. Nuestros compañeros del programa “Café del Alzheimer”, que emitimos los jueves a partir de las 19 horas cada quince días, han sido los que han generado en el resto de los componentes de este medio de comunicación la necesidad de apoyar a estos protagonistas en las historias de las enfermedades que demandan su presencia. Su perfil, aquí fundamental para entender su rol y el importantísimo papel que desarrollan, responde en un porcentaje muy alto, concretamente en un 89 %, a las mujeres, del cual un 47 % son familiares del enfermo; el resto a profesionales y hombres. Sus principales y más urgentes necesidades, sin duda que el reconocimiento social, además de la ayuda económica y de apoyo psicológico y emocional. En cuanto a sus necesidades más perentorias y justificadas, tiempo para cuidarse, que hasta en eso son comedidos y muestran una humildad poco habitual.

Su tarea diaria, que no controla ningún reloj, representa una importante carga de trabajo, tanto física como psíquica y emocional que les obliga a atender a las personas dependientes, precisadas de ayuda para el aseo y la higiene, la limpieza del hogar, preparar las comidas y, por ende, alimentarlos, dedicaciones nada sencillas que no solo exigen paciencia y entrega, sino una condición física capaz de enfrentarse a todas ellas con posibilidades de cumplirlas  al cien por cien. A todo esto, la mayor parte de los enfermos ni siquiera pueden agradecerles tal disposición hacia ellos, ya que más de la mitad padece demencia senil. En cuanto a cómo afecta a estos abnegados profesionales y familiares esta impagable entrega, la mayoría de ellos afirma que el cansancio es lo que más les agobia, ya que lleva aparejado el estrés y la fatiga. Por supuesto, el insomnio forma parte de la totalidad de su entrega, puesto que la demanda de atención de los enfermos es constante y siempre urgente. Por la experiencia que tenemos sobre el papel del cuidador, son precisamente ellas y ellos los protagonistas de las terribles historias de los enfermos que cuidan. Y todo por el inmenso esfuerzo que están obligados a desarrollar a lo largo de la jornada de trabajo que, como ya hemos dicho, no tiene relación alguna con nada convencional porque dará igual que sea de día y de noche cuando se reclame su presencia. De hecho, como hemos tenido oportunidad de escuchar a muchos profesionales de la Sanidad, son los cuidadores los que de verdad necesitan ayuda para seguir al frente de sus responsabilidades.

Como habrán comprobado, hemos intentado rendir nuestro particular homenaje a personas tan entregadas a sus obligaciones, que no siempre son remuneradas como merecen, cuando lo son, porque recordamos que muchos de ellos son familiares y que desde hace años no disfrutan de la ayuda del Estado que les otorgó el Gobierno socialista. Evidentemente, no lo hemos conseguido, pero nos queda la íntima satisfacción de haberlo intentado. Ellas y ellos son unos héroes y reconocérselo es una obligación y un placer.