A lo largo del fin de semana hemos vuelto a comprobar
cómo la inquietud de los ciudadanos sigue siendo excepcional medicina que, bien
aplicada y dosificada, acaba consiguiendo los resultados terapéuticos deseados.
Lo que nos toca más de cerca, Linares y el peso que viene arrastrando desde
hace meses, que viene anunciando de sus verdaderas intenciones desde hace años
y que no es otro que el desempleo, que sitúa a la ciudad vecina en nada menos
que un 43 % de paro. Hasta ahora, quizá porque por estas tierras somos así,
porque soportamos la mentira con estoicismo y paciencia, los gritos pidiendo
atención a la clase política se ahogaban por el camino entre Madrid y Sevilla.
A partir de ahora parece que no será así, que serán otros los modos elegidos
para reclamar, para hacer visible su problema y la manera de exigir, porque
luego de echarse a la calle, de conseguir la atención de los medios de
comunicación nacionales y de llamar a las puertas adecuadas, la respuesta
positiva ha llegado en forma de apoyo institucional y con muchas posibilidades
de que se detenga el cáncer laboral en el que venía desenvolviéndose la ciudad
minera de nuestra provincia, la segunda después de la capital en densidad
demográfica y, hasta hace unos años, también la que más facturaba al resto del
país. El hecho es que la Administración andaluza y la central han echado a
andar lo que se conoce como ITI. ¿Y qué es, qué puede hacer por Linares y cuál
es su objetivo principal? En principio, ante la falta de detalles y de que asumamos
las consecuencias positivas que se derivarán de esta implantación, lo que nos
han dicho los agentes sociales y políticos es que estamos ante una oportunidad
única que no debemos desaprovechar de ninguna de las maneras. ¿Y cómo funciona?
ITI responden a tres palabras concretas: Iniciativa Territorial Integrada y es
la Unión Europea la que controla su aplicación allí donde se implanta y desde
donde se transfieren las diferentes cantidades de dinero que recibe el Estado
para que sea éste el que, a su vez, canalice las ayudas, como los fondos Feder,
Feader y otros de parecida importancia. Linares recibirá las ayudas económicas,
el apoyo de la Unión Europea y del propio Estado una vez se ha comprobado que
el desequilibrio social y sus niveles de paro reclamaban un pacto especial para
acabar con la mala situación que vive desde hace años.
Evidentemente, el desarrollo de este programa
económico vendrá a solventar, al menos en parte, la crisis laboral de este
pueblo y exigirá de la Junta de Andalucía la necesidad que redistribuir los
fondos que le llegan desde Europa para este tipo de situaciones, calificada por
todos los agentes sociales como injusta, muy desequilibrante para la mayor
parte de la ciudadanía y muy urgente. Conseguido el objetivo, lo de menos ahora
es que algunos anden en busca de las medallas que entienden deben lucir con
orgullo por lo que aseguran han obtenido de su entrega y esfuerzo. Lo que nos
debe interesar es la evolución de esta implantación, porque lo de creérselo sin
más es algo muy nuestro y, de hecho, nos sobran ejemplos de situaciones
parecidas que solo han sido sueños de una noche disipados al día siguiente. Y
si hay una ciudad entre nosotros que pueda dar fe del maltrato que ha recibido
por parte de la clase política, de las promesas que les han hecho y de los
proyectos apagados a los pocos días, desde luego que es Linares, que no levanta
cabeza desde la desaparición de Santana. No siempre la experiencia acaba siendo
determinante para la consecución de lo que exige la ciudadanía, pero a la
ciudad minera le cabe el honor de ser la más reivindicativa de la provincia y
la que más veces ha salido en masa, sin fisuras, a la calle a mostrar su
disconformidad con las políticas que les han sido aplicadas. Ojalá con este
programa económico por implantarse acabe de una vez la inestabilidad que tanto
influye en su desarrollo y en la tranquilidad de la población.