miércoles, 15 de noviembre de 2017

SE ADMITEN CONSEJOS Y SUGERENCIAS

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Hoy trataremos de conseguir la ayuda de algún buen samaritano que nos escuche o lea y tenga a bien sacarnos del atolladero mental en el que nos encontramos. Y todo por Cataluña y su obcecación por la consecución de su proclamada, al tiempo que rechazada,  república, situación que suena más a cachondeo que a decisión política. Verán ustedes: cómo es posible que unos señores, a la cabeza de los cuales se encuentra un tal Puigdemont, catalán de todo la vida aunque su abuela fuera nacida en La Carolina, hayan armado el jaleo que  padecemos y que a estas alturas el cacareado y proclamado Estado de Derecho, no haya sido capaz de poner a cada uno en el lugar que se ha ganado a pulso. Sinceramente, no se entiende. Y todo porque entre nosotros asumido tenemos que cuando alguno transgrede las leyes establecidas que permiten la convivencia de todo el Estado, acaba pagándolo con alguno de los castigos previstos en los textos legales. Dará igual que se trate de un accidente de tráfico, o un robo más o menos importante, o malos tratos a tu pareja, por ejemplo, para que acabes  delante de un tribunal de justicia a la espera de la sentencia que le corresponda a la tipificación del  delito. Sin ir más lejos, recordamos al chico que actualmente cumple cuatro años de prisión porque robó una tarjeta de crédito y consiguió con ella 80 euros. Hasta el juez llegaron cientos de peticiones de indulto y hasta el mismísimo perjudicado lo exculpó, pero recordemos que en nuestro país la Justicia es igual para todos. Después de este extenso preámbulo, les planteamos la incongruencia a la que nos queremos referir en nuestro comentario de hoy, puesto que a unos señores que han dilapidado el dinero público por cientos de millones de euros, han empobrecido a la región española más rica del país de manera preocupante, han influido en la salida de ese territorio de miles de empresas, que han eliminado hasta el momento treinta mil empleos, que se han cerrado nueve mil pequeñas empresas, que han mantenido durante años y años a miles de personas enganchadas a sus presupuestos a los que solo se les exigía su condición de independentista, que tenían previsto activar el servicio militar para construir ejército propio, que habían construido su hacienda, su seguridad social, etc., etc., aún no han dado con sus huesos en la cárcel con penas adecuadas a la barbaridad que han protagonizado. Es más, ¿cómo es posible que un señor que se entretiene en ser el cabecilla de tal ataque al Estado pueda pasear por Bruselas como un ciudadano normal sin que nadie lo detenga? Entonces, ¿para qué sirve la Unión Europea? ¿O es que la Justicia belga sí que es imparcial y la nuestra todo lo contrario? A todo esto y por si fuera poco, ahora resulta que a estos golpistas se les da la oportunidad de presentarse a las elecciones del 21 de diciembre encabezando listas o formando parte de algunas de ellas disfrutando de total impunidad. Y cobrando del Estado, del dinero de todos los españoles, sus correspondientes sueldos o pensiones, lo que evidentemente no es buen ejemplo para el resto de los ciudadanos.

Naturalmente, hemos expuesto solo pequeños detalles de la realidad de Cataluña en estos momentos, siendo conscientes de que lo peor está por venir, porque de una crisis tan importante no se sale de la noche a la mañana. Por ahora, lo que nos tememos es que se reparta el costo entre todos, que de hecho ya se ha anunciado, y que saldríamos a unos 140 euros. Esperemos que, mientras tanto, los generadores de tanto caos, tensión y crisis económica y laboral no se vayan de rositas. Darán igual las formas; lo que importa es de qué manera se les castiga y, sobre todo, si deben aportar la totalidad de su patrimonio para sufragar en parte los excesos económicos cometidos. Llegados a este punto, sus consejos y opiniones nos vendría muy bien.