Acabamos de llegar de una jornada de descanso que,
como seguro les ha ocurrido a ustedes, nos ha venido muy bien y que hemos
utilizado no tanto para descansar como a compartir con nuestra gente los
habituales encuentros de los que tanto disfrutamos y que son tan nuestros.
Gracias a ellos nos hemos empapado de lo que realmente importa a quienes
conviven cerca de nosotros y de algunas de sus necesidades. Así, cuando Andújar
como ciudad se impuso en la tertulia, la conciencia en la necesidad de que no
debería hacerse de rogar un revulsivo de gran importancia que anime a la
ciudadanía y le proporcione la ilusión precisa para seguir creyendo que es
posible cambiar el rumbo de nuestro futuro, la unanimidad decidió reclamar la
instalación en nuestro territorio de una empresa capaz de generar empleo
directo e indirecto suficiente para que parte de la población consiga trabajo
con relativa facilidad. Tampoco faltaron las voces que avisaban de la necesidad
de reciclar y de preparar a los que actualmente buscan empleo,
independientemente de la edad con la que pueden presentar su curriculum en el
departamento de recursos humanos de la tal empresa, porque recordemos que, en
caso de que la hipotética industria en cuestión decida instalarse entre
nosotros, fundamental será estar preparados y en condiciones óptimas de
conocimientos para incorporarse sin condiciones a su nómina. Cuando, por
ejemplo, se manejaba la llegada de la empresa americana que fabricaría
helicópteros, pocos cayeron en la cuenta de que, como mucho, la oferta a la que
podíamos acceder no pasaría de carretillero, portero o mozo sin cualificación,
porque la demanda estaría a nivel de ingeniería de alto nivel y entre nosotros,
salvo honrosas excepciones, precisamente de esta materia no disponemos de
personas en cantidad suficiente. Como mucho, y por aquello de la generación de
negocio en el que participaría la hostelería especialmente, sería el único
beneficiario directo que obtendríamos. Todo esto, repetimos, en el hipotético
caso de que hubiera sido verdad la oferta del señor Montoro, que vino a nuestra
ciudad a buscar apoyos para la candidatura de su partido y no dudó ni le tembló
el pulso en ofrecer la llegada de la fabricante de los Tigres, lo mismo que ya
había hecho en Madrid, Zaragoza y Albacete. Resultado: una gran mentira que
corrió como agua de manantial ayudada por sus compañeros de partido en la
ciudad y que incluso hoy, cosa extraña, no faltan los que se la creyeron.
No obstante, se entiende que la expectación de nuestra
ciudad, con suelo industrial en cantidad suficiente como para traerse a la
mitad de las empresas que están saliendo de Cataluña y seguiría sobrando
espacio, se centre en una oferta de empleo generosa y suficiente que calmara
las justificadísimas demandas de quienes esperan un puesto de trabajo como
única solución a su maltratada vida laboral. Por lo que sabemos y se nos
permite compartir, la ilusión porque acaben siendo realidad las promesas de
quienes así lo anunciaron, la ilusión no se ha perdido y se sigue trabajando en
la causa. A la legislatura le quedan dieciocho meses para que finalice y los
tiempos en política son radicalmente diferentes a los del resto del mundo. De
hecho, como decíamos hace unos días, “de facto” se ha iniciado el largo camino
hacia la consecución de los objetivos políticos de los partidos implicados en
esta carrera. No pasará mucho tiempo para que nos asomemos al balcón de las
críticas más duras que hayamos tenido oportunidad de escuchar hasta ahora, o a reclamaciones
de que baje la luna hasta nosotros o de que no solo no subirán los impuestos,
sino que los reducirán en porcentajes demenciales. Ya lo decíamos, debemos ir preparándonos para
tomar nota de las diferentes ofertas que nos llegarán, porque entramos en
tiempos de rebajas políticas, o sea, tiempos de mentiras.