Que nuestra provincia tiene problemas de envergadura,
que es algo que no solo conocemos, sino que los sufrimos, y que los reconozca
nada menos que el presidente de la Diputación provincial, señor Reyes, luego de
escuchar el discurso de Manuel Parras, presidente del Consejo Económico
provincial, que tuvo la oportunidad de relatarlos pormenorizadamente, la verdad
es que al menos nos tranquiliza porque estamos convencidos de que no tardaremos
en comprobar los cambios en las estrategias que conocemos patrocinadas por el
ente provincial. De entre todas ellas, y no por ser la más relevante, aunque sí
la más urgente, es la referente a la despoblación que se contrasta en toda la
provincia, especialmente en los municipios de más de veinte mil habitantes, en
donde estamos situados en tercera posición, después de la capital y de Linares.
El fenómeno tiene su origen en la falta de ofertas de empleo que registran este
tipo de ciudades y que es determinante para que los más jóvenes, precisamente
los más preparados para enfrentarse a empleos que demandan cualificaciones
concretas, tienen que partir en busca de mercados laborales más generosos. La
consecuencia inmediata que genera esta situación es el empobrecimiento general
que sufre la provincia, que se deja en el camino la sangría que representa que
en donde más dinero se ha invertido, que es en
la preparación del mundo de los jóvenes, al final se aprovechen de esta
sinergia positiva lugares del país que los reciben hechos y derechos,
suficientemente preparados y con inmensas ganas de trabajar y desarrollar sus
licenciaturas. Está muy bien eso de que instituciones más o menos
independientes opinen sobre la realidad del lugar en donde residimos y que
incluso osen dar consejos a la clase política que nos dirige y que, recordemos,
son los que tienen la posibilidad real de cambiar nuestro destino cuando éste
no sea el adecuado, como es el caso. Otra cosa son las consecuencias que
devienen de estas informaciones, porque recordemos que el año pasado, este
mismo Consejo Económico provincial vino a decirnos, entre otras cosas, que el
parque natural sierra de Andújar era el más abandonado por parte de las
Administraciones, con unos caminos forestales y unas carreteras en pésimo
estado y un equipamiento inexistente. Y ahí sigue, a la espera de que alguien
tome las decisiones adecuadas que cambien su actual rumbo y caída en picado.
Fue entonces cuando interpretamos correctamente el escaso peso específico que
tiene nuestro recinto natural con respecto a otros de la provincia, lo que es
evidente ha determinado el que no esté a la altura y el prestigio que en
realidad tiene y que consigue a base de paisajes extraordinarios, una fauna
única, con más de ciento ochenta aves diferentes volando por su espacio, y su
flora. Y menos mal que albergamos al lince, porque nos permite, por ejemplo,
ser los que surten a otros parques de unidades para su repoblación, destacando
Doñana, en donde se pueden observar con relativa facilidad mientras que en el
nuestro por ahora no es posible.
Resumiendo, que esperamos, deseamos y rogamos a las
Administraciones implicadas en nuestro futuro que tengan en cuenta trabajos
como el firmado por el Consejo Económico provincial y que pongan en marcha las
políticas adecuadas que nos saquen del agujero en el que nos encontramos desde
casi el inicio de los tiempos, que es lo mismo que decir de toda la vida.
Cierto que el tema del empleo en nuestra ciudad ha contabilizado una mejora
oficial de la que, aunque algo satisfechos, sigue siendo una lacra de la que
pasarán muchos años hasta que nos podamos desembarazar de ella, pero que la
necesidad de inversiones públicas aparece en el horizonte como una salida
decorosa de una crisis estabilizada y con evidentes muestras de no querer abandonarnos.