La crisis que ha generado la
nieve caída estos días aún no se ha controlado ni las partes se han puesto de
acuerdo. Las quejas de los automovilistas que quedaron atrapados, algunos más
de doce horas, en las carreteras afectadas han conseguido que su mensaje llegue
cuanto más lejos mejor y, por el momento, nada menos que el director general de
Tráfico ha sido cuestionado por los partidos en la oposición, que no es cosa
baladí eso de que las quejas ciudadanas alcancen niveles de tal magnitud como
para que hasta el mismísimo Gobierno se vea afectado. Pero, claro, cuando no es
precisamente cautela lo que usan los políticos cuando de valorar una situación
se trata, y más si puede obtener rendimiento político menospreciando el trabajo
del contrincante, que el dardo envenado se vuelva contra el crítico es lo menos
que puede ocurrirle. Y no otra cosa ha sucedido con la situación vivida por los
miles de automovilistas, dicen que más de tres mil, que quedaron atrapados en medio de una gran tormenta
de nieve en la carretera, que las críticas pidiendo su dimisión que en 2004 se
lanzaron contra la por entonces ministra Magdalena Álvarez, ahora tiene que
aguantarlas precisamente el que las protagonizaba entonces, es decir, Mariano
Rajoy, actual presidente del Gobierno. En cuanto a las críticas vertidas por
los usuarios desamparados, ahora buscan plasmarlas en indemnizaciones
económicas que de alguna forma palien las malas horas vividas rodeadas de nieve
y con temperaturas bajo cero. Sin embargo, el hecho de que un sindicato de la
Guardia Civil haya decidido intervenir en este asunto y dejado constancia de su
descontento con respecto al tratamiento que se le ha dado a este desagradable
asunto, nos sitúa en el centro de una polémica que nació justo cuando el actual
director general de Tráfico fue nombrado por el Gobierno y que debido a esta
crisis ha vuelto a relanzarse, aunque ahora basada en una situación, asegura
este sindicato, en la inestabilidad técnica que se percibe de parte de Tráfico
y que podemos comprobar en el aumento de la siniestralidad en la carretera en
los dos últimos años.
De acuerdo con los postulados
de este sindicato, el actual director general no reúne los conocimientos
técnicos imprescindibles que demanda un cargo de tanta responsabilidad ni
atiende las demandas o peticiones que le llegan procedentes de todos los
colectivos implicados en el tema tráfico, desde los propios agentes hasta los
examinadores, en huelga hasta hace unas semanas por su empecinamiento en no
atender sus demandas. De hecho, o se arreglan las cosas pronto o el asunto es
muy probable que acabe con su destitución, evitando así que el daño alcance al
ministro del Interior, responsable final de su continuación. Y por si las
penosas horas vividas por los automovilistas los días de marras no fueran
suficientes, el mismísimo jefe supremo de Tráfico publica un mensaje en las
redes sociales que, por su contenido, no es precisamente la mejor manera de
apaciguar los ánimos de nadie y menos de los protagonistas, a los que, por
aquello de rizar el rizo, les hace copartícipes del desastre. Que no es que le
falte razón, porque es evidente que pocos usuarios fueron los que previeron
esta situación y se equiparon con los elementos mínimos que se necesitan para
superar momentos tan críticos, algunos de ellos incluso con niños, pero ni era
el momento ni los ánimos están para encima añadirle leña al fuego.
De todas formas, si lo vivido
sirve de experiencia a quienes tengan en viajar en días en los que la previsión
de temporal de agua y nieve, lo damos por bueno. De todo se aprende y la
experiencia de los miles de conductores encerrados en la ratonera de la AP-6,
por ejemplo, debemos aplicárnosla todos y todas.