El asunto de las pensiones ha sido desde siempre un
problema para los distintos Gobiernos que ha tenido el país. Y siempre por las
mismas causas, porque tratan el tema como si fuera un dinero que podrían
dedicar a otras necesidades del país, cuando en realidad la suma total de la
imaginaria caja en donde se guarda este dinero la han llenado con sus
aportaciones los trabajadores en activo a lo largo de su vida laboral, es
decir, que se trata de una aportación que de ninguna de las maneras se puede
aceptar que lo entiendan como un regalo y no como una ineludible obligación.
Sin embargo, los actuales dirigentes, que por cierto se encontraron las cuentas
de la Seguridad Social muy saneadas, por el momento lo que han hecho ha sido
vaciarlas hasta que la situación es de endeudamiento. Los mensajes que envían a
la población es que nos abramos cuentas bancarias especiales o que contratemos
planes de pensiones. Y no estaría mal si no fuera porque, a todo esto, se les
olvida que el mayor número de las pensiones no supera los mil euros mensuales,
o sea, que de dónde sacarán el jubilado dinero para hacerse con una fórmula que
le aportará una cantidad extra a su depauperada pensión mensual. Evidentemente,
y así lo han calificado los economistas, se trata de un consejo pactado entre
Gobierno y la banca que solo busca el beneficio de ésta y la ruina total de los
usuarios. Dicho esto, que nadie se extrañe de que nuestras calles, a las
puertas de los ayuntamientos o en plazas de las ciudades, observemos cómo
aumentan por días las manifestaciones de nuestros mayores reclamando no la
subida de la cantidad mensual que reciben, sino que se mantenga el actual
sistema, porque los mensajes que les llegan es que se va a acabar, que no queda
dinero, que va a reducirse la cantidad, etc. En situación tan peligrosa como
extrema, los que en su día veían mermados sus ingresos porque el Estado les
retenía un dinero concreto que dedicaría a las pensiones una vez jubilados
ahora reclaman lo que es suyo convencidos de que el actual Gobierno está
decidido a eliminar las pensiones.
Nosotros no creemos que este sea el objetivo final de
una política dedicada al control de este desembolso mensual, pero sí que no lo
está haciendo bien, que está firmando sus conclusiones con excesiva ambigüedad
y que ésta genera miedos, incertidumbres e inquietud entre los afectados.
Aunque no lo parezca, la frivolidad oficial con la que se maneja este asunto
amenaza con una crisis política de envergadura, ya que los afectados son nada
menos que diez millones de españoles con derecho a pensión y ya han hecho
llegar al Gobierno sus intenciones con respecto a su intención de voto cuando
sean convocados a las habituales citas electorales. Y, oigan, diez millones de
votos son más que suficientes para poner y quitar gobiernos cuando les parezca.
Solo es necesario ponerlos de acuerdo y este detalle ha quedado comprobado que
es posible y buena muestra de ello, como hemos dicho al principio, son las
quejas que vemos en las diferentes manifestaciones que se convocan por todo el
país. Lo evidente es que la guerra, el enfrentamiento entre las partes, ha
comenzado y que a partir de ahora, una vez rotas las negociaciones, lo normal
es que aparezcan los gurús de la economía nacional responsables de esta
situación para ser lapidados por sus propios compañeros, porque alguien debe
sacrificarse en beneficio de que todo siga igual. Lo que deben asumir los ahora
enfrentados es que una de las partes, concretamente los jubilados, no está
dispuesta a perder lo que consiguió a base de esfuerzo y sangre. El dinero de
las pensiones, que ahora recuperan los jubilados mes a mes, antes fue
depositado por ellos en las arcas del Tesoro.