Aunque son muchos los años que
acumulamos trabajando muy cerca de la clase política, seguimos extrañándonos de
algunos de sus comportamientos por injustos e incongruentes. El ejemplo lo
tenemos en la aprobación del presupuesto para 2018 de nuestro Ayuntamiento, que
ha necesitado del esfuerzo de la totalidad de los funcionarios y el de los
políticos con responsabilidad de gobierno, porque recordemos que la confección
de las cuentas generales no es cosa sencilla, ya que no solo se trata de sumar
la partidas de las diferentes delegaciones municipales y sí de ajustar los
números a las necesidades reales de la Administración local, donde los ingresos
previstos por impuestos se unen a los que le llegarán a lo largo del ejercicio
procedentes de las Administraciones nacional, autonómica y provincial. Es más,
si se ha hecho bien el trabajo, hasta puede que llegue de Europa, de los
diferentes fondos previstos para echar una mano a los ayuntamientos; en nuestro
caso, el DUSI, que permitirá a nuestra ciudad modernizarse en los apartados
previstos y obligatorios que ya conocemos. Pues bien, luego de tanto esfuerzo,
compartirlo con los compañeros de Corporación para buscar el consenso que
necesita su aprobación es lo inmediatamente posterior, y es aquí precisamente
donde nos encontramos con el primer y casi único escollo, puesto que la
negativa impone sus condiciones y no admite florituras. Sencillamente, oponerse
a la totalidad es lo que se lleva en este tipo de encuentros y no hallaremos,
ni aquí ni en Constantinopla, un grupo político que por las buenas y sin nada a cambio apruebe las cuentas de su
oponente.
Negar todo, no aceptar ninguna
partida por muy bien desarrollada que esté, es lo habitual. Y el lunes no otra
cosa ocurrió en el salón de plenos de nuestro Ayuntamiento. Y no es que nos
extrañe, porque siempre ha sido así, cuando gobernaban otros grupos, pero sí
que percibimos intenciones malsanas injustificadas, porque a estas alturas lo
de menos es que se devuelvan para su corrección unos presupuestos, sino las
formas, que es algo que no deja de sorprendernos. Aunque la política aseguran
que obliga a estar en permanente enfrentamiento a las partes, es decir,
oposición y gobierno, creemos que antes debía colocarse en el lugar que le
corresponde a la ciudad por la que dicen luchan, encontrar fórmulas no tanto de
aproximación de ideología como de intereses colectivos, teniendo siempre en el
punto de mira a la ciudadanía que ha confiado en quienes les anunciaban mejores
tiempos. ¿Creerán de verdad nuestros políticos que con su actitud de rechazo y
enfrentamiento conseguirán el respeto de sus incondicionales? ¿No sería mejor
presentar, al final de la legislatura, una historia de apoyos, de decisiones
compartidas, de luchas por la consecución de objetivos comunes, de trabajo
resuelto…?
Desde luego, lo que vimos el
lunes a lo largo del desarrollo del pleno del presupuesto no anuncia ni de
lejos que algún día pudieran acogerse a la idea que les exponemos, pero al
menos nos queda la satisfacción de dejarles por escrito que no nos gustan ni
las formas ni el fondo, que Andújar necesita la implicación de todos para
ponerla en un mercado en el que ofertar desde los terrenos industriales que
aportaría a las empresas que quieran venir a nuestro territorio hasta nuestras
posibilidades turísticas. Los tiempos que corren, difíciles por demás, no
esperan a quienes dedican la mitad de sus esfuerzos a realizar lo que otros
colectivos acaban en menos de la mitad de tiempo. Eso es lo que necesita
Andújar, una clase política consciente de su papel y de su responsabilidad en
el viaje hacia el futuro mejor que nos prometieron. Y es que no solo se deben
cumplir las promesas electorales desde el gobierno; también se pueden y deben
cumplirse desde la oposición.