Finalizada la semana santa y a
la espera de las valoraciones que deberán hacerse por las partes implicadas en
su organización y desarrollo, lo primero que se nos ocurre es felicitar de todo
corazón a las personas que lo han hecho posible
por el gran esfuerzo realizado a lo largo de la semana. Sabemos que
serán pocos, colectivos, asociaciones y personas de a pie, los que les
mostrarán su agradecimiento, pero no les importa. Ellas y ellos, acostumbrados
como están a situaciones parecidas acumuladas a lo largo de los años, se
mirarán a sí mismos y a los que les acompañan a lo largo del año en busca del
apoyo que tanto necesitan. Es en su mirada en donde hallan la paz que demanda
esfuerzo tan extraordinario y en donde encontrarán fuerzas, el año próximo,
para volver a repetir la experiencia maravillosa que supone pasear por nuestras
calles a sus patronos. La meteorología, el gran enemigo de sus proyectos, acabó
echándoles una mano y les libró del desasosiego propio del sí o el no y todos
los procesionamientos salieron a la calle en busca del calor de quienes los
esperaban ansiosos del reencuentro. A lo largo de la semana la intensidad de sus
más íntimos sentimientos estuvieron a
flor de piel entre los cofrades, que se vieron ampliamente recompensados por el
lucimiento de sus pasos, que en todo momento se vieron arropados por las
cientos de personas que abarrotaban los recorridos previstos en el programa
oficial.
A partir de ahora se inicia el
recorrido que nos llevará hasta los pies de la patrona, la Virgen de la Cabeza.
De por medio, infinidad de convocatorias con también multitud de motivos
ligados a la celebración mariana más importante que se vive entre nosotros y no
menos para el resto de personas que la comparten en el cerro de la Cabeza. El
trabajo desarrollado hasta ahora ha sido tan importante como fundamental para
que la mayoría de los canales que demanda la celebración estén controlados y
terminados, a falta de que el próximo día 21, en el teatro Principal, nuestro
alcalde proclame la buena nueva de que estamos en romería. La seguridad de los
romeros y peregrinos, en manos de las fuerzas del orden, ya ha sido distribuida
de forma que las responsabilidades estén perfectamente delimitadas en apartado
tan fundamental para que, como todos los años, la gran fiesta acabe sin
alteraciones importantes de las que debamos arrepentirnos o quejarnos. Por
supuesto, en nuestras manos recae la parte más importante de este encuentro
mariano, ya que, dependiendo de nuestro
comportamiento a lo largo de la visita al santuario, así valoraremos el
día después. Ojalá en esta ocasión no se nos olvide que debemos ser ejemplo
para quienes vienen a visitarnos y vivir nuestra celebración, y no solo de
devoción y amor por la patrona, que también, sino por cómo cuidar el entorno,
cómo invitarles a que depositen las sobras de su paso por el entorno del
santuario en los lugares previstos por la organización; en definitiva, mostrar
nuestra mejor cara a quienes es muy probable sea la primera vez que vienen a
vivir la romería.
La semana santa nos ha abierto
las puertas de la basílica-santuario y a partir de ahora se inicia una intensa
entrega contra reloj para tenerlo todo a punto, desde la carreta a la tienda de
campaña o la caravana, y no digamos nada de los alojamientos, que estos días se
quedan sin camas para contentar a tanta demanda. Tiempo tendremos de entrar en
detalles y de desmenuzar los programas que nos vayan llegando; ahora se trataba
de despedir a las buenas gentes de nuestra semana de pasión y de dar la
bienvenida a quienes nos citan para el último domingo de este mes.