martes, 12 de junio de 2018

LA IMPORTANCIA DEL BUEN TIEMPO

Imprimir



La adversa meteorología que padecemos desde hace unos meses es evidente que no viene bien a nadie. La primera necesidad, que no es otra que llenar los pantanos, se cubrió hace semanas y, consecuentemente, la lluvia que cae ahora no es del todo necesaria, aunque es cierto que el campo siempre anda necesitado de algún riego que otro. La situación, por resumir, no es otra que la ausencia de las temperaturas propias de estos días de junio incide enormemente en infinidad de todo tipo de negocios. Y todos con la misma casuística, puesto que si nos detenemos en el hoy de las tiendas de moda, por ejemplo, entenderán ustedes que les sea realmente complicado introducir la moda de verano entre sus clientes, que no verían el momento de usarlas y de ahí que no inviertan. La consecuencia inmediata, lógicamente, es que al no facturar como esperaban cuando firmaron los pedidos  de temporada y hacer la caja fue misión imposible, la llegada inminente de los muestrarios de otoño-invierno parece que no serán atendidos como se ha hecho desde siempre. Consecuentemente, las fábricas, que adelantan los productos de temporada varios meses, también recibirán la negativa de los comerciantes detallistas, y será entonces cuando la crisis se imponga y lo que genera por la ausencia de regularidad atmosférica se convierta pronto en una crisis de envergadura. Estaremos de acuerdo, por tanto, en que el momento es muy desagradable para las empresas que ligan su negocio a la situación del tiempo y que, solo la posibilidad real de que cambie en unos días, como parece que ocurrirá al final de esta semana, les anima a seguir. No obstante, como dicen ellos mismos, lo que no se ha vendido a estas alturas, no se venderá en lo que resta de los meses de verano. Y si lo dicen quienes han dedicado toda su vida a esta dinámica empresarial, compartir su opinión nos parece una apuesta segura.

Pero hay más damnificados en esta historia que unimos a la inestabilidad meteorológica, porque olvidarnos del gremio de la hostelería sería un error lamentable. Las terrazas, que para muchos de estos profesionales son casi su única fuente de ingresos, innecesario es que nosotros digamos que estos meses no han funcionado con la regularidad que les permitiría hacer una caja aceptable para los gastos que está obligado a realizar. Si tenemos en cuenta que en nuestra ciudad las terrazas están distribuidas por la totalidad de su casco urbano, que en todas ellas disfrutamos de una atención muy cualificada y que compartimos las especialidades culinarias que tanto nos definen, el aspecto de muchos de los días transcurridos de mayo y los que van de junio es realmente penoso. Los viveros, de los que afortunadamente tenemos extraordinarios ejemplos, también padecen a su manera la falta de alegría en las compras cuando de adornar balcones y jardines se trata. Y es que se entiende que adquirir plantas para colocar en balcones y ventanas cuando se intuye que lo más probable es que no consigan crecer por falta de sol y exceso de frío, es un gasto aplazable. Los hoteles y otros lugares en los que descansar en vacaciones, y junio es un mes que aumenta anualmente el número de personas que lo eligen para disfrutar su tiempo de ocio, también sufren en sus cuentas de resultados la falta de reservas que en estas fecha ya habían conseguido. Unidos a ellos, destacamos la crisis particular de los restaurantes que pululan en los lugares habituales de vacaciones. Las cartas y los menús están preparados, las cámaras frigoríficas también y solo faltan los clientes, o sea, que el objetivo principal de todos los negocios que aquí hemos traído, es decir, los clientes, sencillamente no aparecen. Malos tiempos corren para los negocios ligados al buen tiempo, sin duda.