jueves, 27 de septiembre de 2018

CONFIRMADO: FALTA ESTILO EN LA CLASE POLÍTICA

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Los que trabajamos o nos desenvolvemos en los medios de comunicación, asumimos que somos objetivo de los intransigentes, de los que aseguran ser demócratas de toda la vida, pero  que es un sentimiento que en realidad les viene grande, aunque, por supuesto, presuman de serlo de toda la vida. Estos  personajes y los partidos que los apoyan, además de no tener del todo clara la forma de actuar en momentos en los que debían mostrar tranquilidad cuando las cosas no les van bien, son de los que pierden los papeles al instante. Es evidente que las críticas, aunque las entiendan justas y sepan a conciencia que han errado en el fondo y en las formas, les superan, les muestran tal como son y es entonces cuando sus decisiones les traicionan. Por lo tanto, lo de acabar con el mensajero, que sería lo mismo que si la tomáramos con el cartero que nos trae un correo que no nos gusta, es su meta y ponen algo más que esfuerzo en conseguirlo. En nuestro caso, desde presionar a algunos de nuestros clientes para que nos retiren la publicidad (para lo que no les han faltado ayudantes y que en muchos casos lo han conseguido) hasta montar una manifestación ciudadana (afortunadamente fallida) exigiendo el cierre de la emisora, no nos han faltado experiencias desagradables que no han pasado desapercibidas entre quienes ponemos en marcha diariamente el equipo emisor y compartimos el trabajo con todos ustedes. Por supuesto, no han faltado dolosas actuaciones que han venido a alterar nuestra dinámica de trabajo y de generar inquietud y miedo en la plantilla. Pero de todo hemos salido airosos y con ganas de seguir en la brecha, en el camino de la verdad como única referencia desde la que justificarnos ante la audiencia. Naturalmente, no caemos bien a todo el mundo ni tampoco lo pretendemos; lo nuestro es mucho más sencillo, ya que se trata de compartir con la ciudad las noticias que nos llegan y darle la forma que creemos más adecuada. Dicho esto, cuando se nos vienen encima noticias firmadas por personas de importancia política o de cualquier asociación o colectivo, no podemos ni debemos eludir nuestra obligación profesional de hacerla pública. Antes, faltaría más, nos ponemos en contacto con los aludidos para que contrasten la información y se defiendan, en su caso. De no ser así, nuestra obligación es hacerlo saber a quienes nos escuchen para que sean ellos los que valoren su actitud. Justo ahí acaba nuestra responsabilidad, cuando damos la vida a la noticia. Si a partir de ese momento las consecuencias que devienen de ella no son del agrado del denunciado, por supuesto que no nos alegramos, pero es nuestro trabajo. Naturalmente, dependiendo de cómo, cuándo y dónde  actúen los protagonistas, así les dedicaremos el tiempo que merezcan.

Pues bien, en síntesis, esta nuestra tarea diaria. Los que interesadamente ven fantasmas y vicios en lo que hacen los demás y no son capaces de mirarse a sí mismos como merecedores de críticas o bendiciones, muestran una ineptitud preocupante en su vida profesional. Y más si sus intenciones son las de dirigir la nuestra, porque entonces es lo que nos faltaba. ¿Y cuál ha sido el premio que nos han concedido por ejercer nuestro trabajo con profesionalidad y exquisitez? Ignorarnos cuando han convocado la rueda de prensa con los medios locales. Y lo que es peor, para rechazar las declaraciones de la concejala de Promoción Local de nuestro Ayuntamiento que solo podían haber escuchado en Radio Andújar. Vamos, rizando el rizo, que diría el castizo. De todas formas, camino hasta las municipales del año que viene queda suficiente tramo como para recuperar las formas, el sentido común y el  estilo, que en política tanto echamos de menos.