Suponemos que estaremos de acuerdo en que hoy, lo de
poseer un máster en cualquier materia, y muy especialmente si lo hemos
conseguido en la Universidad Juan Carlos I, más que un título que añadir a
nuestros estudios, es un lastre. De hecho, sabemos que muchos de los
licenciados que envían sus historiales profesionales a las empresas en busca de
empleo, cuidan con especial cuidado no incluir la posesión de uno de ellos, por
si acaso. Evidentemente, una injusticia en toda regla, pero que cumple a
rajatabla con la máxima que asegura que al final acaban pagando justos por
pecadores. Es más, en las universidades españolas, en todas, han contabilizado
un importante retroceso en las convocatorias de másteres, y la razón no creemos
que sea complicado dar con ella. Algunos de los políticos que los incluían en
sus currículos se han visto, unos, denunciados ante la Fiscalía porque no
fueron obtenidos conforme a las exigencias de las propias universidades; otros,
porque han sido cuestionados públicamente. La realidad es que parte de los
máster que extendió la Juan Carlos I han resultado ser un fiasco; tanto, que
tuvo que dimitir Cristina Cifuentes, presidenta de la comunidad madrileña, y la
ministra socialista Montón, ambas por la misma causa. En el alero, a punto de
caer a un lado u otro, el de Pablo Casado, presidente del Partido Popular, y el
de nada menos que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. A todo esto,
añádanle ustedes que el líder de Ciudadanos se encuentra inmerso en una
polémica porque dijo poseer títulos que luego no ha podido confirmar. En el
caso del líder de los Populares en Andalucía, Juan Manuel Moreno, se ha
contrastado que también mintió en su historial personal. O sea, que se hizo un
currículo a su medida. Cuando llegó al Congreso de los Diputados se podía leer
que era licenciado en dirección y administración de empresas y un máster
(¡faltaría más!) en dirección en la misma materia. Cuatro años después, en
2004, su licenciatura era de estudios de dirección y administración de empresas
y al máster le añadió programa de liderazgo en la Administración pública. En
2008 se siguen reduciendo sus títulos y, aunque mantiene el máster, leemos que
no posee estudios superiores. Cuando entregó su acta para ocupar el puesto de
secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, en 2011, de nuevo
detectamos cambios significativos, ya que dijo ser licenciado en protocolo y
organización de eventos por la Universidad Camilo José Cela y titulado superior
universitario en protocolo y relaciones internacionales. También se sacó de la
manga dos másteres que finalmente se descubrieron que no eran más que programas
y que justificó diciendo que formaban parte del anecdotario. Aceptó que fue un
error que solucionó al momento, pero que, como hemos podido comprobar, quedó
registrado en Internet.
martes, 25 de septiembre de 2018
MÁSTERES PARA QUIEN LOS QUIERAN
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Por supuesto, son solo ejemplos de unos y de otros. Pero este tema acaba
de comenzar y estamos convencidos de que no tardaremos en conocer más casos.
Mientras, sigue la polémica con los estudios de Pablo Casado y la tesis de
Pedro Sánchez, de los que seguiremos escuchando todo tipo de despropósitos y
malintencionadas interpretaciones. Desde luego, si de algo está sirviendo este
turbio asunto es para comprobar que los abusos, la corrupción y la
prevaricación entran y salen de algunas universidades como Pedro por su casa.
La peor parte, evidentemente, se la llevan los estudiantes que obtuvieron el
máster luego de un intenso trabajo y una importante aportación económica.
Mientras, los responsables disfrutando de un dinero fácil y convencidos, como
nosotros, de que al final no pagarán por su delito.