martes, 25 de septiembre de 2018

MÁSTERES PARA QUIEN LOS QUIERAN

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Suponemos que estaremos de acuerdo en que hoy, lo de poseer un máster en cualquier materia, y muy especialmente si lo hemos conseguido en la Universidad Juan Carlos I, más que un título que añadir a nuestros estudios, es un lastre. De hecho, sabemos que muchos de los licenciados que envían sus historiales profesionales a las empresas en busca de empleo, cuidan con especial cuidado no incluir la posesión de uno de ellos, por si acaso. Evidentemente, una injusticia en toda regla, pero que cumple a rajatabla con la máxima que asegura que al final acaban pagando justos por pecadores. Es más, en las universidades españolas, en todas, han contabilizado un importante retroceso en las convocatorias de másteres, y la razón no creemos que sea complicado dar con ella. Algunos de los políticos que los incluían en sus currículos se han visto, unos, denunciados ante la Fiscalía porque no fueron obtenidos conforme a las exigencias de las propias universidades; otros, porque han sido cuestionados públicamente. La realidad es que parte de los máster que extendió la Juan Carlos I han resultado ser un fiasco; tanto, que tuvo que dimitir Cristina Cifuentes, presidenta de la comunidad madrileña, y la ministra socialista Montón, ambas por la misma causa. En el alero, a punto de caer a un lado u otro, el de Pablo Casado, presidente del Partido Popular, y el de nada menos que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. A todo esto, añádanle ustedes que el líder de Ciudadanos se encuentra inmerso en una polémica porque dijo poseer títulos que luego no ha podido confirmar. En el caso del líder de los Populares en Andalucía, Juan Manuel Moreno, se ha contrastado que también mintió en su historial personal. O sea, que se hizo un currículo a su medida. Cuando llegó al Congreso de los Diputados se podía leer que era licenciado en dirección y administración de empresas y un máster (¡faltaría más!) en dirección en la misma materia. Cuatro años después, en 2004, su licenciatura era de estudios de dirección y administración de empresas y al máster le añadió programa de liderazgo en la Administración pública. En 2008 se siguen reduciendo sus títulos y, aunque mantiene el máster, leemos que no posee estudios superiores. Cuando entregó su acta para ocupar el puesto de secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, en 2011, de nuevo detectamos cambios significativos, ya que dijo ser licenciado en protocolo y organización de eventos por la Universidad Camilo José Cela y titulado superior universitario en protocolo y relaciones internacionales. También se sacó de la manga dos másteres que finalmente se descubrieron que no eran más que programas y que justificó diciendo que formaban parte del anecdotario. Aceptó que fue un error que solucionó al momento, pero que, como hemos podido comprobar, quedó registrado en Internet.

Por supuesto, son solo ejemplos de unos y de otros. Pero este tema acaba de comenzar y estamos convencidos de que no tardaremos en conocer más casos. Mientras, sigue la polémica con los estudios de Pablo Casado y la tesis de Pedro Sánchez, de los que seguiremos escuchando todo tipo de despropósitos y malintencionadas interpretaciones. Desde luego, si de algo está sirviendo este turbio asunto es para comprobar que los abusos, la corrupción y la prevaricación entran y salen de algunas universidades como Pedro por su casa. La peor parte, evidentemente, se la llevan los estudiantes que obtuvieron el máster luego de un intenso trabajo y una importante aportación económica. Mientras, los responsables disfrutando de un dinero fácil y convencidos, como nosotros, de que al final no pagarán por su delito.