Alguno de ustedes puede que no
acabe de creérselo, pero sabíamos que, con la convocatoria electoral de
diciembre y la llegada masiva de los líderes de los partidos políticos a
nuestra comunidad, no faltarían declaraciones de traca, de dejarnos con la boca
abierta y con ganas de vomitar. Ha ocurrido siempre y, si no, recuerden lo que
decía la exministra Ana Mato, la que resultó condenada en la trama Gürtel,
sobre nuestros escolares, que calificaba sin más de analfabetos, de que no
tenían sillas para sentarse en las aulas o que el absentismo escolar era
escandaloso. O lo que aseguraa Cristina Cifuentes desde su puesto de presidenta
de la comunidad de Madrid, “que su comunidad financiaba la educación de los
niños andaluces” .Y no pasó nada. Es más, ni siquiera el por entonces hombre
fuerte en Andalucía del Partido Popular, señor Arenas, dijo nada al respecto.
Calló y, tácitamente, apoyó las declaraciones de esta dirigente popular. Hace
unas semanas volvió a ocurrir, cuando el señor Casado, a la sazón presidente nacional
del partido, nos llamó tontos del bote casi con estas mismas palabras. Ahora le
ha tocado el turno a la exministra de Agricultura, señora Tejerina, que se ha
lucido en público asegurando que los escolares andaluces, comparados con los de
Castilla-León, están por debajo al menos con dos años de atraso en sus
conocimientos y educación. Y menos mal que, aunque parcheando pésimamente su
discurso, y suponemos que alertada desde su partido, ha rectificado asegurando
que trataba solo de menospreciar el trabajo de cuarenta años que llevan los
socialistas en el poder en Andalucía. Juan Manuel Moreno Bonilla, el líder
andaluz, ha salido por las redes sociales a intentar frenar el golpe bajo que
le ha colado su compañera, que le debe haber sentado mal y con toda lógica. Que
algo es algo.
Ante situación tan irreal, tan
falta de rigor y tan innecesaria, el planteamiento que objetivamente nos
hacemos es que lo que dicen por ahí de nosotros, lindezas como que somos unos
vagos, que aquí no paga nadie impuestos, que vivimos de lo que nos proporciona
la Junta de Andalucía, que nuestros escolares no tienen futuro, que nuestra
sanidad es un desastre, que nuestra incultura es manifiesta y que lo nuestro es
el cachondeo, el capillismo, el subsidio y la siesta, tendremos que aceptar que
eso para ellos es la verdad, sin dobleces y porque así se lo han hecho llegar.
Evidentemente, el problema no es nuestro, porque la información está al alcance
de cualquiera y ponerse al día sobre la situación de una comunidad autónoma es
la mar de sencillo. El fondo de la cuestión es que no se trata de errores
verbales y sí de realidad contrastada. El hecho de que los integrantes de partidos
nacionales que vienen por aquí a convencernos de su programa acaben
insultándonos y faltándonos el respeto, la verdad es que es muy poco alentador.
Si de verdad tuvieran ganas de conocer nuestro pueblo, de poner orden en el
descontrol que anuncian, de cambiar el rumbo hacia la muerte segura que afirman,
nada mejor que saber de él, de comprobar por sí mismos que conseguir lo que
tenemos nos ha costado un esfuerzo muy superior al de otros territorios, que
Andalucía es lo que es por su propio esfuerzo y, además, estamos orgullosos de
ser como somos. Y desde luego que analfabetos concretamente no.
Mal favor se le ha hecho a la
comunidad educativa andaluza. Injusto y desproporcionado. A partir de ahora,
aunque contengan sus instintos y busquen declaraciones más apropiadas a la
realidad andaluza, cuando la ideología se lleva tan arraigada es muy
complicado, si no imposible, enderezar el rumbo. Tiempo tenemos para
comprobarlo.